Lula provoca a Washington desde China: visitó un centro de I+D de tecnológica sancionado por EE.UU.
Fue en un centro de investigación de la firma Huaweii. Estados Unidos afirma que el lugar es un peligro para su propia seguridad nacional.
Luiz Inácio Lula da Silva está en China en el marco de una visita que tiene un significado muy especial y que excede lo meramente protocolar y pone en alerta y tensión a otras potencias, principalmente a los Estados Unidos. La presencia del mandatario brasileño al gigante asiático atrae la atención porque implica un rebalanceo de fuerzas en la región de América Latina y, con este marco este jueves visitó un centro de investigación y desarrollo (I+D) de la tecnológica china Huawei.
El hecho no es en absoluto menor, ya que desde hace varios años este mismo centro está en el centro de la escena y en el ojo del huracán como consecuencia directa de las sanciones que impusieron los Estados Unidos.
Es que la Adminsitración estadounidense del presidente Joe Biden, y también la de su antecesor Donald Trump; considera el centro de tecnología visitado hoy por el presidente de Brasil es un auténtico peligro para su seguridad nacional.
“Visité el centro de desarrollo de tecnologías de Huawei. La empresa hizo una presentación sobre 5G y soluciones de telemedicina, educación y conectividad. Una inversión muy fuerte en investigación e innovación”, escribió Lula en su cuenta de Twitter en la primera de las dos jornadas de su visita oficial a China, que transcurre en la megalópolis oriental de Shanghái.
En su visita de este jueves, Lula estuvo acompañado del presidente de la tecnológica, Liang Hua.
“Huawei ha operado en Brasil durante 25 años. La compañía está comprometida con su labor como un socio fiable a largo plazo en el país, contribuyendo al desarrollo sostenible de Brasil, especialmente en materia de educación, sanidad y reindustrialización”, indicó un portavoz de la tecnológica china en un comunicado.
Pese a que algunos medios habían apuntado que la visita de Lula a Huawei podría ser interpretada como una provocación a Washington, el ministro brasileño de Exteriores, Mauro Vieira, indicó en recientes declaraciones citadas por Bloomberg que no debería darse ese caso: “Si el presidente visita otros países, es probable que visite otras empresas”.
De hecho, el mandatario brasileño mantendrá este jueves un encuentro con Wang Chuanfu, el consejero delegado del fabricante de automóviles o baterías BYD, que cuenta con tres fábricas en el país sudamericano: una dedicada al montaje de autobuses eléctricos; otra, de paneles fotovoltaicos, y una tercera de baterías de fosfato de hierro-litio.
Otras actividades
Lula también se reunirá con Wang Tongzhou, presidente del consejo de la estatal China Communications Construction Company (CCCC), dedicada principalmente al diseño, construcción y operación de infraestructuras. Precisamente esta misma semana el presidente brasileño había apuntado a infraestructuras como autopistas o centrales hidroeléctricas entre las “inversiones para generar empleos y nuevos activos productivos” que busca conseguir.
Esta mañana, el político participó en la ceremonia de toma de posesión de la que fuera su sucesora en el cargo entre 2011 y 2016 y aliada política, Dilma Rousseff, como nueva jefa del banco de fomento de los BRICS, el foro que el país integra junto a Rusia, India, China y Sudáfrica.
Antes de volar a Pekín, Lula se entrevistará con el secretario general del Partido Comunista de China (PCCh) en Shanghái, Chen Jining. En la capital china, el presidente brasileño será recibido por su homólogo chino, Xi Jinping, así como por el primer ministro, Li Qiang, y el presidente de la Asamblea Nacional Popular (ANP, Legislativo), Zhao Leji.
Durante la visita se firmarán una veintena de acuerdos para estrechar lazos en el área comercial, protocolos fitosanitarios, tecnología, desarrollo, transición energética y otros ámbitos de colaboración en el marco de la asociación estratégica bilateral. Uno de ellos, ya anunciado previamente, copó titulares por establecer la operación directa de transacciones comerciales entre Brasil y China en yuanes, “sin necesidad de dolarización”.