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Fuerzas Armadas de Bolivia niegan divisiones y respaldan a Arce en medio de crisis política

En medio de crecientes protestas lideradas por sectores afines a Evo Morales y una aguda crisis económica, el alto mando militar boliviano reafirma su unidad y compromiso con la Constitución y el Gobierno de Luis Arce. Mientras tanto, el Ejecutivo defiende su modelo económico y acusa a la oposición de bloquear al Estado.

Las Fuerzas Armadas de Bolivia se pronunciaron públicamente ante los crecientes rumores de divisiones internas y reiteraron su compromiso con la Constitución Política del Estado, la estabilidad institucional y el Gobierno del presidente Luis Arce.

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En una conferencia de prensa desde La Paz, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, general Gerardo Zabala, aseguró que la institución “se mantiene cohesionada, disciplinada y leal a los más altos intereses del Estado”, en respuesta a la creciente ola de protestas encabezadas por sectores afines al expresidente Evo Morales y organizaciones sociales que exigen soluciones ante la crisis económica.

“Las Fuerzas Armadas se rigen exclusivamente por el mandato de la Constitución Política del Estado”, recalcó Zabala, citando el artículo 244 que establece como misión fundamental de la institución la defensa de la soberanía, la seguridad del Estado y la estabilidad del Gobierno legalmente constituido.

Zabala también desmintió versiones que circulan en redes sociales sobre una supuesta fisura en la cadena de mando. “No hay divisiones. Hay unidad, hay disciplina y hay un compromiso inquebrantable con la democracia”, afirmó, acusando a actores interesados de intentar desprestigiar a las Fuerzas Armadas mediante campañas de desinformación.

El pronunciamiento se da en un contexto de alta tensión política y social, con bloqueos en rutas troncales que afectan a siete de los nueve departamentos del país. Las medidas de presión, lideradas por organizaciones “evistas”, exigen la habilitación de Morales como candidato para las elecciones generales del próximo 17 de agosto, así como la renuncia del presidente Arce por la delicada situación económica.

En paralelo, el Gobierno boliviano defiende su modelo económico. El presidente Luis Arce sostuvo que la industrialización con sustitución de importaciones es la clave para resolver los problemas estructurales del país. “Esto no solo diversificará nuestras fuentes de ingreso, sino que también fortalecerá nuestra soberanía económica”, expresó el mandatario en su cuenta oficial de la red social X.

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Arce destacó que su administración impulsa la construcción de más de 150 plantas industriales, entre ellas la Planta de Agroinsumos en Capinota, Cochabamba. “Queremos empoderar a 3.500 familias productoras con acceso a productos orgánicos y ecológicos que mejoren la productividad y cuiden nuestra madre tierra”, añadió.

El Ejecutivo también denunció un intento de “asfixia financiera” promovido desde el Parlamento. El ministro de Desarrollo Rural y Tierras, Yamil Flores, responsabilizó a legisladores afines a Morales por la negativa a aprobar créditos externos por más de 1.800 millones de dólares, necesarios —según dijo— para asegurar el funcionamiento del Estado.

“El problema no es el modelo económico, que ha funcionado. El problema está en la Asamblea. Hay una sinvergüenzura total de los asambleístas que han estrangulado al Gobierno política y económicamente”, declaró Flores.

El ministro también criticó la contradicción de sectores que exigen el abastecimiento de combustibles mientras sus representantes parlamentarios bloquean el ingreso de divisas al país.

Las tensiones se profundizan con protestas masivas en regiones clave como El Alto y Cochabamba, donde gremios, transportistas y organizaciones sociales exigen respuestas urgentes ante la escasez de dólares, la falta de combustibles y el alza de los precios de la canasta básica.

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