DEPORTES

La historia detrás de la pelea entre Riquelme y Macri que empaña las elecciones de Boca

Los candidatos del oficialismo y la oposición acumulan un historial de enfrentamientos de larga data, que empezó en la época que eran jugador y presidente del club. Contratos, salarios, festejos con dedicatoria y un sinfín de cruces que marcaron la vida electoral y futbolística del Xeneize.


La situación llegó a un límite. Hoy parece una utopía pensar en un abrazo fraternal entre Juan Román Riquelme, vicepresidente de Boca, y Mauricio Macri, candidato a vicepresidente de la oposición y otrora mandatario del club. Para el tandilense., el otro ya no es “Román”, al menos en la mayoría de las ocasiones. Ahora es “Riquelme”. Por el lado del Diez, quedaron atrás los tiempos del “Mauricio”. Ahora es “este señor”, según sus últimas declaraciones en una conferencia de prensa.

Este enfrentamiento, que derivó en las elecciones más tensas de la historia del cuadro de la Ribera -que hasta ahora están suspendidas en tanto no lleguen a un acuerdo en la mediación conciliatoria del jueves-, tiene raíces antiguas que acusan más de 25 años. Una pelea que incluye disputas por los salarios, reclamos públicos y reconciliaciones, dentro y fuera de las paredes de Brandsen 805.

La frustrada venta de Riquelme a Parma, el gen de la disputa con Macri

Macri y Riquelme se conocieron formalmente en 1996. El ingeniero había asumido en el club en diciembre de 1995 y uno de sus puntos más fuertes de campaña era que quería que “9 de 11 jugadores” titulares fueran hechos en las inferiores de la República de La Boca. Para cumplir con la promesa, contrató a Jorge Bernardo Griffa como coordinador de las divisiones inferiores y compró a dos chicos que la rompían en las juveniles de Argentinos Juniors: el delantero Emanuel Ruiz y el propio Román.

Es historia conocida que cuando debutó contra Unión, el 10 de noviembre de ese año, toda La Bombonera lo ovacionó al grito de “Riquelme, Riquelme”. El pibe de Don Torcuato estaba destinado a ser un crack en el césped xeneize y el tandilense, empresario de pura cepa, no lo iba a dejar ir fácilmente. En 1998, antes de la llegada de Carlos Bianchi al banco de los suplentes que catapultaría la carrera del Diez, el Parma de Italia aceleró con todo para llevárselo. Según los medios, la venta estaba cerrada en 14 millones de dólares, de los cuales al Xeneize le iban a quedar ocho millones y medio limpios. Parecía que todo se encaminaba a un pase récord, pero un mes más tarde empezó a correr riesgo a raíz de la “constante negativa del padre del volante para que deje el país”, de acuerdo a lo que afirmaba Clarín.

La familia del pibe estrella acusaba que esa explicación de la CD no era cierta y que lo que querían era que mejorara su situación contractual previo a una partida al Viejo Continente. El vínculo que tenía Riquelme en esa época finalizaba en diciembre del 2001. En los detalles, Román cobraba 60 mil dólares en concepto de prima hasta junio de 1998, que luego aumentaría escalonadamente en 120 mil, 180 mil y 240 mil por año hasta mediados del 2001. Supuestamente, en los papeles su sueldo era de 1500 pesos, aunque la dirigencia comandada por el ingeniero advertía que lo habían subido a $5788.

El gran conflicto estalló cuando Riquelme trató de “mentiroso” al exmandatario de la empresa automotora Sevel después de que saliera a aclarar esta cuestión. Sin embargo, la respuesta oficialista fue todavía más dura. “¿La contaste bien? Ole consiguió el recibo de sueldo y el pibe cobra lo mismo que el resto: $5788”, tituló el mencionado diario en una de sus clásicas tapas unos días más tarde, acompañado de una fotocopia del papel que acreditaba el monto que había deslizado la propia directiva.

RIO GRANDE

Como si la filtración del salario fuera poco, Macri salió con los tapones de punta: “Román cometió una equivocación de pibe y me trató así por la bronca del momento. No quiero hacer de esto una telenovela y darles de comer a los que viven de noticias polémicas, pero yo no miento”. Algunos dirigentes de la talla de Pedro Pompilio (a quien Riquelme le dedicaría un gol tras su fallecimiento en 2008) y Luis Conde, que le dio nombre a La Bombonerita, apretaron más las riendas. “Hay que limpiar la imagen del club”, declaró el primero. “No ganó nada con el club ni es Pelé”, disparó el segundo. Después de todo este tole-tole, el equipo italiano desistió y la transferencia se cayó. Pese al enojo y las esquirlas que quedaron clavas, los siguientes años de Riquelme con la camiseta de Boca serían los más importantes de su carrera.

El festejo del Topo Gigio, un reclamo que se trasladó al campo de juego y recorrió el mundo

La época dorada del Boca del Virrey, en la que ganó tres Copas Libertadores, dos Intercontinentales y cuatro campeonatos locales, no pasó en un clima de paz budista. En julio del 2000 Román había pedido una mejora salarial, pero fue rechazada por la Comisión Directiva. Se vivieron días de tensión en agosto cuando no viajó a jugar un amistoso contra Villarreal en España y amagó a ausentarse en la visita a Newell´s, por la cuarta fecha del Apertura. “Si Mauricio Macri pasa al lado mío, ni nos saludamos. Estoy cansado que me digan algo en la cara y después no me lo cumplan”, confesó, enojado, en octubre.

La bomba, otra vez, volvió a explotar definitivamente el 8 de abril del 2001, con Boca consagrado como campeón del mundo. El Xeneize recibía a River en La Bombonera por el Superclásico del torneo Clausura y Riquelme ya tenía preparada una forma de que todos se enteren de este tira y afloja contractual. A los 70 minutos de juego, el elenco dirigido por Carlos Bianchi ganaba 1-0 hasta que el arquero Franco Constanzo bajó a Clemente Rodríguez en el área y el árbitro Héctor Baldassi sancionó la pena máxima.

El ahora ídolo boquense agarró la pelota, pateó cruzado y el golero millonario desvió la pelota. Sin embargo, el rebote quedó corto y el Torero sentenció el 2-0 parcial de cabeza, que luego se transformaría en 3-0. Rápidamente, salió corriendo hasta el palco presidencial, donde se encontraba un Macri sorprendido, plantó sus pies en el césped y colocó sus manos por detrás de las orejas. Ese festejo en señal de “ahora, escuchen” recorrió todas las tapas de los diarios y despertó especulaciones al instante. No obstante, Riquelme resolvió contestar de manera irónica. “El festejo es para mi hija porque le encanta el Topo Gigio“, soltó tras la victoria superclásica.

“Siempre lo tomé como un gesto simpático, como una forma distinta y ocurrente de festejar y a la vez de protestar, y nunca como un agravio. En todo caso, no le adjudiqué demasiada importancia“, reflexionó el fundador del PRO tiempo después.

Aquella prima que pedía el Diez a modo de reconocimiento, cercana a los dos millones de dólares en lugar de los 240 mil que él acusaba cobrar (la dirigencia había explicado que le habían dado un adelanto de 500 mil de la divisa estadounidense), quedó chica al lado de los  26 millones que pagó el Barcelona por su  pase en julio de ese año. La venta al Blaugrana, además de engrosar las arcas de Brandsen 805, calmó las aguas del conflicto Riquelme-Macri, al menos durante unos años.

El regreso a Boca en 2007, una tregua en la guerra Riquelme-Macri

Como manifestó varias ocasione en las últimas semanas, Macri decidió apostar por la vuelta de Román en febrero del 2007, después de que su equipo perdiera de manera increíble la oportunidad de salir tricampeón en aquella final contra Estudiantes de La Plata en el estadio de Vélez. La idea era reponerse del golpe rápido e intentar conquistar nuevamente la Copa Libertadores, torneo que le había sido esquivo en 2004, 2005 y 2006.

El presidente xeneize aprovechó la pelea que mantenía el Diez con la dirigencia del Villarreal y le propuso volver por cuatro meses al club de la Ribera. La primera respuesta fue un no: quería jugar, al menos, por un año. La segunda propuesta, un préstamo hasta mitad de año por seis millones de pesos, lo sedujo. Miguel Ángel Russo, entonces entrenador del plantel, dio el visto bueno y el ídolo regresó “al patio de su casa”.

Durante la conferencia de prensa de presentación, Macri le hizo una broma que pareció zanjar las diferencias que habían tenido años atrás y le ponía una curita a la herida. “Gracias Román por volver, gracias por acompañarnos, tengo un regalito por el retorno”, le dijo el tandilense mientras mostraba un Topo Gigio de juguete con la camiseta azul y oro.

Meses más tarde, el equipo de Russo se consagró campeón de América con una de las actuaciones más rutilantes de la carrera de Riquelme, que terminó quedándose hasta el 2012 en el club. A fin de año, Macri dejó la presidencia para dedicarse de lleno a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a la que había llegado tras su triunfo como líder del incipiente partido Propuesta Republicana (PRO).

La herida de la disputa entre dos de los protagonistas históricos de la etapa más laureada de Boca ya empezaba a producir una cascarita. Pompilio asumió en lugar del ingeniero y Jorge Amor Ameal tomó el trono tras su muerte en 2008, por tiempo determinado. Finalmente, Daniel Angelici, empresario, extesorero del club y hombre muy cercano al Jefe de Gobierno, se impuso en las elecciones del 2011 con el 55 por ciento de los votos. Y otra vez sopa.

La tensa relación entre Riquelme y Angelici y el retorno de su pelea con Macri

Desde un primer momento la relación entre ellos fue compleja. El Tano dimitió de su cargo de tesorero en agosto del 2010 por no estar de acuerdo con los términos económicos de la renovación de Román. Y durante en su primer año como cabecilla del cuadro de la Ribera, Riquelme anunció que se iba por “sentirse vacío” tras perder la final de la Copa Libertadores 2012 a manos de Corinthians en Brasil. De todos modos, Román volvió en 2013 y construyó un vínculo tirante con el funcionario. Cada vez que tenían que sentarse a negociar un contrato, se armaba una nueva telenovela que ocupaba gran parte del prime-time de los programas deportivos.

Luego de su salida a Argentinos Juniors en 2014 y su posterior retiro de la actividad, Riquelme eligió criticar a la gestión en cada espacio televisivo que tuvo, enfocado en las derrotas coperas contra River y la imposibilidad de retener el máximo trofeo continental. Ahí surgió aquella frase de “la Copa Libertadores vale 10 campeonatos locales”, que le jugó en contra en su primer mandato.

A partir de su llegada a la vicepresidencia de Brandsen 805, su antiguo conflicto con Macri creció a niveles estratosféricos y superó a los tiempos noventosos. El Diez lo acusó de “perseguirlo” judicialmente y “jugar sucio” para ganar las elecciones, mientras que el exmandatario le achacó “la falta de gestión” y señaló que su hermano, Cristian -investigado en una causa por reventa de entradas iniciada por la fiscal Celsa Ramírez-, es uno de los que “maneja el club”. Este jueves deberán hacer un alto al fuego para reunirse junto la jueza Alejandra Abrevaya y definir qué sucederá con el futuro de los comicios en una reunión conciliadora. Sin embargo, lo que asoma muy lejano es una reunión reconciliadora.

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